Las vidrieras, los óculos y el rosetón

Si nos fijamos cada tramo de la Colegiata queda iluminado por dos óculos u ojos de buey. En total hay 18 ojos de buey en esta Colegiata, que alumbran el altar que tienen enfrente. Los de la cara sur ofrecen finos y curiosos diseños, propias del estilo gótico monástico, atribuidos a Joan Franch, hasta soluciones más trabajadas y dinámicas, correspondientes a los cuatro últimos tramos y atribuidos a Pere Comte. También las capillas tienen un óculo, más reducido que los anteriores y de diseño variado.
En 1784, y a falta de fondos para poner «vidrios de Bohemia», se colocó «piedra luz» (alabastro traslúcido). A partir del asedio de 1936 se destruyó el alabastro, y hoy nos queda tan sólo lo que podemos observar.
Será, pues, el Rosetón, el ventanal más representativo de la Colegiata y con mayor esplendor: situado en la fachada oeste, con estilo de gótico flamígero, y con más de 4 m. de diámetro.

Al observar la luz que entra a la Colegiata, párate, contempla, reza esto:

El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar? (Salmo 26)

Dentro de la oscuridad propia de los templos del gótico mediterráneo, cuya función esencial era favorecer el recogimiento y la meditación, toda la Colegiata quedaba iluminada, ya que la situación de los ojos de buey u óculos, y el rosetón, tienen un sentido esencial que es iluminar el máximo posible ante la falta de luz de la época. Por la mañana, el sol entraba por la fachada norte, e iluminaba los altares de la fachada sur, así los sacerdotes podrían celebrar misa con una adecuada visibilidad, y por la tarde sucedería al revés, el sol entraría por la fachada sur e iluminaría la fachada norte. Además, durante todo el día entraría luz por el rosetón. Pero especialmente por las tardes, para el rezo de Vísperas, donde quedaría iluminado por los rayos de sol el altar mayor y el Coro, situado al pie del Templo, y también desaparecido.
Hoy en día todavía se puede observar dicha iluminación, aunque por la construcción de edificios urbanos alrededor, la luminosidad o entrada de luz ha disminuido.