Historia

La Iglesia Parroquial de Gandía

La iglesia parroquial de Gandía ostentó la titularidad de Santa María de la Asunción desde sus orígenes -hacia 1245-, a raíz de la conquista del Castillo de Bayrén por Jaime I.


A finales del siglo XIV el señor territorial -luego duque-, Alfonso de Aragón el Viejo, inicia la construcción de un gran templo. Es por estas fechas cuando Pedro y Johan Lobet cincelan con piedra de Cotalba (a 30 florines la pieza) las esculturas del Apostolado, destinadas en un principio a ornamentar el frontispicio de la fachada de poniente.


En 1417 se reinicia un nuevo proyecto de templo, en tiempos del hijo y sucesor en el ducado, Alfonso el Joven, aunque con su muerte -en 1422- quedó abandonado el proyecto, justamente en su mitad. De esta época data la bellísima portada gótica de Santa María, obra de Johan Franch. El proyecto -inconcluso- lo reemprendió, a finales del siglo XV, Dª María Enríquez de Luna -viuda tanto de Pedro Luis de Borja, I duque de Gandía, como de su hermano Juan de Borja y Cattanei, II duque de Gandía, asesinado en Roma, 1497-, consigue del Papa Alejandro VI la bula para erigir la parroquia de Santa María de la Asunción en iglesia «colegiada», solicitud que se vería complacida el 26 de octubre de 1499.


Tal honor exigía la reanudación del templo, que quedaba concluido -con arreglo al viejo proyecto- en 1500 y se completaba con una hermosa fachada imafronte, la Puerta de los Apóstoles, de transición ya entre el estilo gótico y el renacentista, obra de los Forment. Entre tanto Paolo da San Leocadio pintaba las hermosísimas tablas del «Retablo de los Siete Gozos» y las ensamblaba en un maderamen gótico ejecutado por Damià Forment, quien a su vez colocaba -presidiendo dicho retablo- una bellísima talla policromada de Santa María.


El templo y su torre campanario fueron víctima de los terremotos en ocasiones diversas (particularmente a finales del siglo XVI) y sufrieron frecuentes reformas a lo largo de los siglos. En el último tercio del XVIII se intentó transformar todo el interior, siguiendo las normas del más puro estilo clasicista, pero -afortunadamente y por causas así de índole arquitectónica como económica- el proyecto de reconversión al nuevo estilo no se llevó a efecto y la iglesia siguió ostentando el diseño original, su estilo natural y propio, el gótico.


En 1836, como consecuencia de la Desamortización, fue confiscado el patrimonio colegial y el templo funcionó como simple iglesia parroquial. Su reinstauración como colegiata no se produciría hasta junio de 1911. El 6 de junio de 1931 sería declarado el templo Monumento Histórico Nacional.


El 2 de agosto de 1936, la colegiata fue incendiada y sus retablos e imágenes reducidos a pavesas. Y por decreto del gobierno local derribado todo el ábside y presbiterio.


Tras nueve años de inactividad, en 1945 se abrió de nuevo al culto y, una vez restablecidas las relaciones entre la Iglesia y el Estado -por el nuevo Concordato de 1953-, adoptaba un régimen de tutela compartida (Patronato-Prelado). El 7 de marzo de 1965, suprimido el patronato y extinguido el antiguo cabildo, la colegiata quedaba acogida al régimen jurídico del derecho común.
La colegiata gandiense albergaba un inmenso tesoro, fruto de múltiples donaciones a través de los siglos. En la Exposición Internacional de Barcelona de los años 1929-1930 fueron exhibidas hasta 19 piezas de los fondos del tesoro artístico, algunas, verdaderas joyas de orfebrería, como la Custodia renacentista labrada en 1548 por el orfebre fray Antonio Sancho de Benevento para el cercano Monasterio de San Jerónimo de Cotalba y que, escapando a la confiscación desamortizadora, vino a parar a la colegiata. Pero había otras muchas obras de arte: cruces procesionales, cálices, custodias, relicarios, lámparas, ornamentos litúrgicos…, por no hablar de retablos, tallas, lienzos…, del riquísimo archivo general o del archivo coral.


Poco queda de todo aquel inmenso tesoro; lo más relevante siete de las esculturas de los Lobet (finales del s. XIV), cuatro en el Museo Nacional de Arte de Cataluña: (San Pablo, y los evangelistas San Mateo, San Lucas y San Juan); y otras tres en el Kunstindustriemuseum de Copenhague: (San Pedro, Santiago el Mayor y San Bartolomé). Del archivo musical se salvó el famoso «Cançoner de la Seu», actualmente en la Biblioteca de Cataluña. Sin embargo, hace pocos meses se supo de la posesión de la cabeza de un Apóstol por parte del Ayuntamiento, tras el regalo de éste de parte de un vecino, y de la posible conservación de los cuadros del retablo de Paolo de San Leocadio. La Colegiata de Gandía reconoce la propiedad de todos estos objetos, y trabaja incansablemente por su recuperación, para no perder el esplendor de su historia y de su patrimonio.